Los árboles están diseñados por la naturaleza para resistir con eficacia los esfuerzos a los que va a estar sometido en su vida. Principalmente los esfuerzos de flexión producidos por la acción del viento y los de compresión producidos por las acciones gravitatorias.
Sobre la madera, como material, se han realizado muchos estudios e investigaciones. En los productos estructurales de la madera es importante tener en cuenta que se trata de productos que han sido clasificados para su uso estructural y para referirse a las propiedades mecánicas (La mecánica (Griego Μηχανική y de latín mechanìca o arte de construir una máquina) es la rama de la física que estudia y analiza el movimiento y reposo de los cuerpos, y su evolución en el tiempo, bajo la acción de fuerzas).
En madera estructural se suelen dar los valores característicos, que se definen como aquellos que son seguros con un 95 % de probabilidad, y son los que se emplean, por ejemplo, para comprobar la resistencia.
Los valores medios son seguros con una probabilidad del 50 %. Dicho sea de paso que la fuerza que mueve la madera son las variaciones higroscópicas, y no que sea un ser vivo aun después de cortado el árbol.
La orientación de las fibras que componen la madera dan lugar a la anisotropía de su estructura, por lo que a la hora de definir sus propiedades mecánicas hay que distinguir siempre entre la dirección perpendicular y la dirección paralela a la fibra.
En este hecho radica la principal diferencia de comportamiento frente a otros materiales utilizados en estructuras como el acero y el hormigón.
Las resistencias y módulos de elasticidad en la dirección paralela a la fibra son mucho más elevados que en la dirección perpendicular.
En madera es preciso hablar de una resistencia a la flexión, aunque esté formada por la combinación de una tracción y una compresión, ya que el comportamiento mecánico de estas dos propiedades es diferente, y por tanto resulta más práctico referirse al efecto conjunto de ambas en el caso de flexión.
Su resistencia a compresión perpendicular a la fibra es muy inferior a la de la dirección paralela. Por lo que podemos concluir que la madera que la madera engorda y adelgaza, y no crece y se hace enana.
Con esto como base debemos decir que la dirección de un suelo de madera no va en función de gustos, ni de estética sino de garantías. Aunque no cabe la menor duda, que también el buen gusto, y la profesionalidad, pueden dar cabida a tus expectativas.
Si quieres garantías de una buena instalación, déjate asesorar por un experto de los de verdad.